El “efecto IKEA” está arruinándote muchas ventas

Salvo que seas astronauta o el presidente de Tesla, que tiene la cabeza en Marte, conoces IKEA.

Sí, la empresa que se ha hinchado vendiendo cosas que tienes que transportarte y montarte tú.

Mis padres eran tan humildes que yo no tuve ni un LEGO de pequeño.

Pero ahora de adulto tengo IKEA.

Habré montado decenas de pequeños muebles y estanterías. Tanto para mí como para amigos y familiares.

Me encanta IKEA, lo reconozco.

Mira.

En una ocasión teníamos que comprar un mueble para el salón.

No era definitivo, porque era una vivienda de paso, pero queríamos rellenar un hueco.

Así que decidimos mirar el catálogo de IKEA y vimos un aparador que nos cuadraba.

Fuimos a la tienda, y lo compramos.

Después ya sabes, carga con ello, mételo como puedas en el coche, descarga, desembala, monta…

Vamos, que si no lo haces por hobby y tienes que valorar el tiempo y esfuerzo empleado, saldría muy caro.

Al final el mueble estaba montado.

— Oye, está estupendo. Queda de lo más resultón.

Y me voy tan orgulloso a la cama.

Me levanto, lo miro de nuevo, y me sigo sintiendo tan orgulloso.

Como si lo hubiera fabricado yo mismo, vamos.

Y un buen día se me ocurrer invitar a unos amigos a cenar.

Aparecen en casa con una botella de vino y un abrazo y, cuando entran al salón miran el aparador y me dice uno:

— Oye, qué chulo. Es del IKEA, ¿verdad? Son baratos y resultones, ¿a que sí?

A partir de ese momento, cada vez que veo el aparador en lugar de orgulloso me siento defraudado.

Me arrepiento de no haberme estirado un poco más y haber comprado algo de mayor calidad.

Y no me refiero solo al hecho de tener que montarlo, porque a IKEA le han salido miles de imitadores de muebles baratos. Montados pero baratos, y malos.

Me refiero al “efecto IKEA” de las cosas, tú ya me entiendes.

Y no digo que haya que descartar el producto de IKEA, al contrario, sino que hay ocasiones en las que merece la pena invertir un poco más y no arrepentirse poco después.

Cuando vayas a pagar por algo, valora hasta qué punto es importante para ti o tu negocio a medio/largo plazo.

Si lo es, no te preocupes por gastar un poco más de lo que tenías pensado. Habrás invertido bien.

Y si no lo es, gasta lo menos posible y pasa página rápido. 

Tiempo y dinero son lo mismo, al fin y al cabo.

Nosotros tenemos un servicio de diseño web.

No es para todo el mundo.

Si para ti es importante la imagen de tu negocio en internet, tal vez te interese. O no.

Puedes dar por seguro que, cuando alguien vea tu página web, tendrá claro que no la has comprado en un “IKEA”.